Una nota en mi diario.

 Me desperté un dia mas sin rumbo, con fantasias de muerte y asesinato, y una consciencia interna que trata de luchar contra ellas. Hoy me miré al espejo y me ví la apatía brotar por los poros, pensé en que necesito tomar las riendas de mi vida, y me lavé la cara con agua fría para tratar de despejarme un poco.

Palabras desordenadas y sin propósito me rondaban la cabeza, con una pesadez que me abrumaba. Deseaba con fuerza vivir, pero también deseaba con fuerza morirme.

Fui a la cocina a prepararme un café y mientras la leche se calentaba en el microondas di unas vueltas por la casa, impaciente. De pronto sonó la campanilla que me alertaba de que mi taza ya estaba caliente, y fui apresurada hacia ella. Abrí la puerta del microondas y saqué la taza con cuidado, intentando no quemarme, viendo como el humo vaporoso se elevaba hacia los cielos. Después de servir el café y coger los cereales me dispuse a ir hacia la mesa del salón, en la cual deposité mi desayuno y me senté a tomarlo. Mientras tanto noté una tristeza lacrimosa que me nacía en el pecho: no veía salida alguna a mi desesperación. Desde hace muchos años está mezcolanza de emociones y sentimientos desgarradores me arrastraba hacia un lugar que parece no tener fondo. Pero creo que estoy empezando a notarlo a lo lejos. Siempre he sido una persona cautelosa y en cierta medida avispada, y esta vez creo que comienzo a tener la oportunidad de hacer algo con mi vida. El otro día mi amiga paz me anunció que planeaba irse a vivir en furgoneta llegada la primavera, y le pregunté si podría irme con ella, a lo que me respondió afirmativamente. Una sonrisa sincera y profunda surgió de mi interior: creo con certeza que este modo de vida puede salvarme de un atrofiamiento inminente.

Después de haber lloriqueado un poco mientras me tomaba la primera comida del día, había estado recordando esta conversación que mantuve el otro día con Paz, y esta reminiscencia me evocó esperanza. Sabía que no iba a ser un trabajo fácil ni sencillo, pero esta posobilidad me otorgaba una motivación poderosa. Era la chispa que necesitaba para decidir de una vez por todas que mi camino tenía que tornar colorido, y dejar atrás el grisáceo oscuro que me tiñe desde hace mucho tiempo.

Tras acabar con mi desayuno llevé la taza y los cereales de vuelta a la cocina, y fregué mis cacharros, alegre de haber estado pensando en la circunstancia ilusionante que me acomete desde hace unos días. Con las manos todavía mojadas, recorrí con mis pasos el sendero que me dirigía hasta mi cuarto, y me senté en la cama, suspirando con una emoción mezcla de aliento y desesperanza. Sequé mis manos en el pantalón mientras una sonrisa escapaba de entre mis labios. Eché un vistazo rápido a la habitación, y al ver que estaba desordenada me dispuse a colocar los trastos en su sitio. Cuando acabé con mi tarea me volví a sentar en el colchón, para descansar por unos instantes. Entonces miré a mi guitarra eléctrica con entusiasmo, y me levanté para cogerla entre mis brazos y tocar esta canción que llevaba aprendiéndome una semana: Take Me Away de Avril Lavigne. La toqué un par de veces hasta que me cansé, estaba emocionada de haber aprendido, a medias, a coordinar mi voz con el instrumento.

Tanta alegría me estaba abrumando, y de pronto sentí una ola de abulia arrollarme sin discreción. Algo dentro de mí hay que me impide sentirme agusto con el buen humor, y de nuevo me devolvía a un estado subdepresivo. Es tanto un hogar como una jaula. Me tumbé en la cama y me arropé con las sábanas desalentada y con ganas de llorar. Así pasaron las horas hasta que se hizo tiempo de comer: mi tripa me urgía cocinar algo. Di unas cuantas vueltas en el catre y me levanté de nuevo hacia la cocina.


... 


Hacía ya rato que había cocinado y comido. Había preoarado un salteado de verduras con huevo revuelto. Serían al rededor de las siete de la tarde y las estrellas comenzaban a inundar el cielo. Había visto el atardecer dando un paseo, y también leído un rato. Hoy no tenía mucha hambre así que decidí no hacerme nada de cenar, también estaba cansada, asi que me dispuse a escribir en el diario y después me iría a dormir. 


Fin de la nota. 











Comentarios

Entradas populares